Raquel Sacristán, 4º Ciclo
El taller de Contact Integrativo es una aventura transformadora.
Y digo aventura porque por mucho que intentes imaginar lo que te gustaría aprender, trabajar, desarrollar, superar... en realidad no tienes ni idea de cómo tu cuerpo te va a ir llevando por donde necesita transitar en cada sesión.
Vanesa, con su fluidez, fuerza envuelta en dulzura, intuición, y Pep con su apoyo silencioso, escuchando, observando, sabiendo cuándo actuar y cuándo no, son dos guías excepcionales que van abriendo caminos y posibilidades de expansión y búsqueda.
Su forma de trabajar genera un ambiente de total seguridad en el que cada uno puede profundizar en el autoconocimiento y en la manera de relacionarse con el otro.
No se cómo ha sido otros años, pero todos los que hicimos el curso 2017 tuvimos la sensación de que no sobraba ni faltaba nadie, de que cada participante cumplía una función esencial dentro del grupo, actuando como espejos los unos de los otros. Se generó un fuerte consciencia de "tribu" que hacía que sintieras que podías lanzarte al aire o a los abismos sabiendo que caerías en tierra blanda y fértil.
Después de cada sesión, realmente es necesario un mes para procesar todo lo que se mueve en tu interior. Personalmente, los días posteriores a cada encuentro, aumentaba mi actividad onírica, cargada de información precisa y útil. Por estas razones y muchas otras, puedo decir que además de una aventura, fue un regalo. El mejor que podía hacerme.
Pura vida. :)
Raquel Sacristán, 4º Ciclo
El taller de Contact Integrativo es una aventura transformadora.
Y digo aventura porque por mucho que intentes imaginar lo que te gustaría aprender, trabajar, desarrollar, superar... en realidad no tienes ni idea de cómo tu cuerpo te va a ir llevando por donde necesita transitar en cada sesión.
Vanesa, con su fluidez, fuerza envuelta en dulzura, intuición, y Pep con su apoyo silencioso, escuchando, observando, sabiendo cuándo actuar y cuándo no, son dos guías excepcionales que van abriendo caminos y posibilidades de expansión y búsqueda.
Su forma de trabajar genera un ambiente de total seguridad en el que cada uno puede profundizar en el autoconocimiento y en la manera de relacionarse con el otro.
No se cómo ha sido otros años, pero todos los que hicimos el curso 2017 tuvimos la sensación de que no sobraba ni faltaba nadie, de que cada participante cumplía una función esencial dentro del grupo, actuando como espejos los unos de los otros. Se generó un fuerte consciencia de "tribu" que hacía que sintieras que podías lanzarte al aire o a los abismos sabiendo que caerías en tierra blanda y fértil.
Después de cada sesión, realmente es necesario un mes para procesar todo lo que se mueve en tu interior. Personalmente, los días posteriores a cada encuentro, aumentaba mi actividad onírica, cargada de información precisa y útil. Por estas razones y muchas otras, puedo decir que además de una aventura, fue un regalo. El mejor que podía hacerme.
Pura vida. :)
El taller de Contact Integrativo es una aventura transformadora.
Y digo aventura porque por mucho que intentes imaginar lo que te gustaría aprender, trabajar, desarrollar, superar... en realidad no tienes ni idea de cómo tu cuerpo te va a ir llevando por donde necesita transitar en cada sesión.
Vanesa, con su fluidez, fuerza envuelta en dulzura, intuición, y Pep con su apoyo silencioso, escuchando, observando, sabiendo cuándo actuar y cuándo no, son dos guías excepcionales que van abriendo caminos y posibilidades de expansión y búsqueda.
Su forma de trabajar genera un ambiente de total seguridad en el que cada uno puede profundizar en el autoconocimiento y en la manera de relacionarse con el otro.
No se cómo ha sido otros años, pero todos los que hicimos el curso 2017 tuvimos la sensación de que no sobraba ni faltaba nadie, de que cada participante cumplía una función esencial dentro del grupo, actuando como espejos los unos de los otros. Se generó un fuerte consciencia de "tribu" que hacía que sintieras que podías lanzarte al aire o a los abismos sabiendo que caerías en tierra blanda y fértil.
Después de cada sesión, realmente es necesario un mes para procesar todo lo que se mueve en tu interior. Personalmente, los días posteriores a cada encuentro, aumentaba mi actividad onírica, cargada de información precisa y útil. Por estas razones y muchas otras, puedo decir que además de una aventura, fue un regalo. El mejor que podía hacerme.
Pura vida. :)
Hay doscientas cincuenta personas en las tres pistas de este polideportivo. Contemplado desde la altura es un gran patio de colegio, una orgía, una celebración. Estando dentro, todo es movimiento vertiginoso, la sabiduría del cuerpo espontáneo salvando caídas como si la gravedad fuera menor, hombres y mujeres sudando y en un contacto íntimo y seguro.
Con todas las endorfinas secretadas por el movimiento y quizás por algo más de lo que está ocurriendo, me detengo en un lado de la sala y contemplo los cuerpos volando y cayendo, sin ruido, con susurros de abrazos, alguna risa. Es entonces cuando siento que este es uno de estos momentos en los que tengo perfecta conciencia de estar vivo y agradecido lloro y río al mismo tiempo y me acuerdo de tantos otros momentos de conciencia amplificada, de percepción de mi propia animalidad y de mi conexión con los otros animales que están a mi alrededor.
Es un hombre grande, más grande que yo. No sé si sabe bailar o no, no sé si puedo fiarme de que me alce sobre sus hombros. El tampoco lo sabe. Por eso empezamos muy lentamente, escuchando el cuerpo del otro, cómo respira, percibiendo la energía. Nos miramos a los ojos sin palabras. Debe ser finlandés. Giro y mi espalda queda contra su pecho, me inclino hacia delante y el sigue. Noto su centro y cómo lo cede y ya ahí sé que podemos empezar a arriesgarnos.
He aprendido que cuando me relajo cuando estoy encima de alguien, peso mucho menos, no ejerzo momentos de fuerza que desestabilizan a quien me sostiene, mi cuerpo adopta una forma cóncava, mucho más estable que una convexa. ¡Relajarse ahí arriba, cuando todos nuestros instintos dicen que estamos en peligro! Lo más difícil es hacer lo más fácil.
Quiero bailar con esta mujer, pero me da vergüenza mi deseo de tocarla. Ella se acerca y empezamos a bailar. Con el movimiento el deseo se transforma, nos escuchamos y en el encuentro ella se convierte en un ser humano, huelo su aliento, veo la textura de su piel. Sé que ella también. Temo que piense que le quiero tocar una teta, lo cual podría ser verdad. Cuando el movimiento nos lleva a que sus tetas estén en mi espalda, me relajo con su relajación y entonces ya podemos bailar sin que el sexo sea un estorbo.
Seguir bailando cuando, después de varias horas y varios días bailando, pienso que ya es imposible que mi cuerpo aguante. Increíblemente, en esos momentos es cuando se dan las danzas más bellas, cuando ya no hay necesidad de hacer otra cosa que lo que está sucediendo en cada momento.
"El cuerpo; un paisaje por habitar"
..cierro los ojos y entro en otros mundos, mi movimiento cambia y me enseña nuevos caminos... Encontrar nuevos caminos, dejarme sorprender, adentrarme en la "técnica" como un escalón para continuar, para cuidar mi cuerpo y ampliar posibilidades, para poder ir más allá en el "riesgo" con confianza.
Con todas las endorfinas secretadas por el movimiento y quizás por algo más de lo que está ocurriendo, me detengo en un lado de la sala y contemplo los cuerpos volando y cayendo, sin ruido, con susurros de abrazos, alguna risa. Es entonces cuando siento que este es uno de estos momentos en los que tengo perfecta conciencia de estar vivo y agradecido lloro y río al mismo tiempo y me acuerdo de tantos otros momentos de conciencia amplificada, de percepción de mi propia animalidad y de mi conexión con los otros animales que están a mi alrededor.
Es un hombre grande, más grande que yo. No sé si sabe bailar o no, no sé si puedo fiarme de que me alce sobre sus hombros. El tampoco lo sabe. Por eso empezamos muy lentamente, escuchando el cuerpo del otro, cómo respira, percibiendo la energía. Nos miramos a los ojos sin palabras. Debe ser finlandés. Giro y mi espalda queda contra su pecho, me inclino hacia delante y el sigue. Noto su centro y cómo lo cede y ya ahí sé que podemos empezar a arriesgarnos.
He aprendido que cuando me relajo cuando estoy encima de alguien, peso mucho menos, no ejerzo momentos de fuerza que desestabilizan a quien me sostiene, mi cuerpo adopta una forma cóncava, mucho más estable que una convexa. ¡Relajarse ahí arriba, cuando todos nuestros instintos dicen que estamos en peligro! Lo más difícil es hacer lo más fácil.
Quiero bailar con esta mujer, pero me da vergüenza mi deseo de tocarla. Ella se acerca y empezamos a bailar. Con el movimiento el deseo se transforma, nos escuchamos y en el encuentro ella se convierte en un ser humano, huelo su aliento, veo la textura de su piel. Sé que ella también. Temo que piense que le quiero tocar una teta, lo cual podría ser verdad. Cuando el movimiento nos lleva a que sus tetas estén en mi espalda, me relajo con su relajación y entonces ya podemos bailar sin que el sexo sea un estorbo.
Seguir bailando cuando, después de varias horas y varios días bailando, pienso que ya es imposible que mi cuerpo aguante. Increíblemente, en esos momentos es cuando se dan las danzas más bellas, cuando ya no hay necesidad de hacer otra cosa que lo que está sucediendo en cada momento.
"El cuerpo; un paisaje por habitar"
..cierro los ojos y entro en otros mundos, mi movimiento cambia y me enseña nuevos caminos... Encontrar nuevos caminos, dejarme sorprender, adentrarme en la "técnica" como un escalón para continuar, para cuidar mi cuerpo y ampliar posibilidades, para poder ir más allá en el "riesgo" con confianza.